¿Qué ha sucedido en México
después del 27 de septiembre de 2014? Las fotografías en redes sociales, los
videos en internet y, sobre todo, las experiencias personales que de boca en
boca se transmiten dan cuenta de marchas multitudinarias, de intervenciones
artístico-políticas en las plazas públicas, paros estudiantiles en las
universidades y millones de personas indignadas por un acontecimiento que ha
rebasado ya las fronteras nacionales.
“¡Vivos se los llevaron, vivos
los queremos!”, “No somos todos, faltan 43”, “Todos somos Ayotzinapa”, “Pudiste
ser tú, pudieron ser tus hijos” son parte de las consignas que han gritado
durante las últimas semanas una sociedad harta de impunidad y que ve esta
afrenta a los estudiantes normalistas como suya. Es la consciencia colectiva
que ha ganado una batalla al hasta ahora invicto individualismo feroz. Y es por
eso que no es raro encontrarse cuando entras a tu cuenta de Facebook o Twitter
gente de fisonomía distinta a la mexicana con pancartas en idiomas varios que
muestran solidaridad: “Your fight is our fight”, “Nous Sommes Tous Ayotzinapa”,
“Demokratie in Mexiko ist ein Betrug”.
A partir del proceso electoral de
2012, Colima ha comenzado a cantar en el mismo tono que el resto del país, o
por lo menos una parte de la sociedad colimense. Los miércoles frente a la
catedral, en la marcha organizada por la CEU del sábado 18 de octubre y en la
realizada por los estudiantes de filosofía se puede ver a los zapatistas,
feministas de diferentes colectivos, artistas, profesores, sindicalistas,
estudiantes organizados y no organizados y un cúmulo de personas difíciles de
clasificar. Es el Colima de abajo el que contrapone su solidaridad al silencio
indolente de las élites.
El gobierno del estado no puede
hablar al enfrentarse con una situación similar en la que las jóvenes
desaparecidas se han vuelto una noticia recurrente. Los partidos políticos de
siempre están preocupados por el tema de siempre: las urnas. La Universidad de
Colima no se ha pronunciado al respecto cuando en estos días el rector de la
Universidad Autónoma del Estado de México hizo público que no habría
represalias para los estudiantes de su institución que se sumaran al paro nacional.
La FEC marchó, sí, pero presionada por la opinión pública que denunciaba su
silencio como complicidad, en un acto decidido por la cúpula de esta
federación, sin convocatoria abierta a sus bases, sin consignas, sin contenido.
Por eso, es la hora del estudiantado
libre y rebelde, del pueblo presto a alzar la voz, de las bases. Hoy nos une la
exigencia al Estado de que presente a los 43 normalistas con vida, una demanda
inmediata pero con olor a democracia, a solidaridad y a otro país posible.
Irving Radillo Murguía, vocero de la CEU
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